Crónica de la III Cruz de mayo infantil

Comenzó la mañana del doce de mayo con una igualá un tanto especial.

No eran muchos los citados a esta singular convocatoria costaleril; aún así no faltaba la ilusión por estrenarse en el mundo del costal, de la fiscalía, o de organizar un cortejo.

Y es que los capataces, costaleros, acólitos, acompañantes, etc… llevaban una enorme sonrisa dibujada en su mejilla ya que se trataba de un día muy especial para los más pequeños de nuestra Hermandad.

Aquí no cabe un solo cometido: cada puesto va rotando y si sales portando la cruz de guía terminas bajo las trabajaderas o llamando al martillo de nuestra pequeña cruz de mayo.

Nuestros niños llegaron en tiempo y hora a Santa Catalina para presentar su pequeño pasito antes nuestros Santísimos Titulares. Sonaba a lo lejos la banda de cornetas y tambores que abría paso en el Corpus Extraordinario de la Hermandad de la Amargura. Pudieron cambiar su música «enlatada» de altavoz por el sonido real de una banda; nuestros pequeños costaleros pudieron recrearse mientras entraban en Santa Catalina. Benditas casualidades.

Nuestra singular cruz de mayo no necesita Cecop, ni avisos de corte en la vía pública. Transita por las aceras y por un recorrido y unas calles que a todos nos suena a barrio de Santa Catalina.

En torno a la una de la tarde llegamos a la sede de la calle Gerona siendo conscientes que, un año más, revalidamos la ilusión de nuestros niños con las miras puestas a que, en el futuro, sean ellos quienes guíen los designios de nuestra Hermandad.

Última chicotá, ahí queó, y hasta el año que viene, si Dios quiere…