Carta que nuestro Hermano Mayor dirige a todos los hermanos y fieles devotos de Santa Catalina con motivo de la llegada de un nuevo tiempo de Cuaresma. En este tiempo de preparación, pongamos la Oración por delante de todo, pidiendo por el final definitivo de la pandemia, por el cese de la violencia y por aquellos hermanos que están viviendo de cerca el horror de la guerra en Ucrania.
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Nos encontramos en el tiempo de preparación para los grandes misterios de nuestra fe; Pasión, Muerte y Resurrección de Nuestro Señor, que se caracteriza por ser un período de oración, de penitencia, de ayuno, de retiro, de meditación y de reflexión.
De todas ellas, permitidme estimados hermanos, que subraye la Oración. Como todos sabéis, hay dos acontecimientos mundiales que están marcando nuestras vidas y que, como Hermandad inserta y comprometida con la sociedad de su tiempo, no podemos dejar pasar de lago.
Uno de ellos nos acompaña hace ya dos años; se trata de la pandemia con la que convivimos y que, si bien parece que se le va ganando la partida, no debemos olvidar que aún sigue con nosotros, por lo que hay que seguir siendo persistentes en nuestras Oraciones para que se consiga su erradicación definitiva y cese el daño que tanto ha causado a nivel de salud y de economía.
El otro por desgracia ha aparecido hace unos días y es la guerra en Ucrania. Como todo conflicto bélico es producido por la sin razón del hombre, por su ansia desmedida de poder, por no respetar la soberanía y la independencia de los estados más débiles, por un crecimiento económico desmedido ante el que no importa la vida ni la dignidad de la persona.
Por eso os pido en vuestras Oraciones que tengáis presentes ambos sucesos para que sean erradicados.
Como ya sabéis, hemos establecido dos líneas de ayuda para el pueblo ucraniano: una a través de las aportaciones materiales que podáis llevar al Hotel Casa-Palacio Don Pedro, que se encuentra al lado de nuestra sede de la calle Gerona; y la otra en metálico mediante el código bizum creado por el Consejo de Cofradías para tal efecto.
Recemos también por las personas cercanas a nuestra Archicofradía que se encuentran inmersas de una u otra forma en este conflicto, de manera muy especial por Tania y su hermana, residentes en Bielorrusia, fronteriza con la zona de conflicto, y que era acogida por el programa de niños bielorrusos por una familia de la Hermandad, siendo un miembro más de la misma. Y por nuestro hermano Luis de Vega, costalero del Santísimo Cristo, que está realizando su labor profesional como corresponsal de un medio de comunicación en esa zona.
Siempre necesitamos a Cristo en nuestras vidas; ahora se hace todavía más patente su presencia en este camino de Cuaresma que empezamos a recorrer y que nos traerá de nuevo recuerdos cuando volvamos a sacar del armario la túnica blanca, símbolo de la paz, que ha estado dos años en ese lugar de nuestra alma donde albergamos nuestros más profundos sentimientos. Todos anhelamos dar público testimonio de nuestra fe revestidos con ella por las calles de Sevilla el próximo Jueves Santo, en el que una vez más a lo largo de nuestra cuatricentenaria historia EXALTAREMOS el árbol de la Cruz, el árbol de la Salvación.
Que el Santísimo Cristo de la Exaltación, Príncipe de la Paz, no desoiga nuestras súplicas y que su Madre de las Lágrimas nos proteja con su Bendito Manto e interceda por el fin de la pandemia, de la guerra y por estos hijos suyos.
José García Rufo.
Hermano Mayor.
Cuaresma del año del Señor dos mil veintidós.